El plantel de Banfield ha vuelto a entrenarse en el predio Alfredo Palacios, ubicado en Luis Guillón, luego de haber realizado una medida de fuerza por salarios caídos. Este paro, que se llevó a cabo el viernes por la noche y el sábado, fue una manifestación de los futbolistas que se encontraban en desacuerdo con la situación económica del club, el cual tiene deudas de tres meses de salarios a los jugadores. Esta situación no es única de los futbolistas, ya que otros sectores del club, como trabajadores y docentes, también han experimentado demoras en sus pagos, llevando a un clima de tensión y descontento en el seno de la institución.
El viernes pasado, los primeros en hacer sentir su voz fueron los docentes del Instituto Club Atlético Banfield (ICAB), quienes iniciaron su propia medida de fuerza el lunes 2, lo que resultó en que los alumnos se quedaran sin clases toda la semana. Esta serie de paros culminó el sábado, cuando la actividad se detuvo por completo, afectando tanto a los jugadores de las divisiones inferiores como a los futbolistas del primer equipo. Lo sucedido marca un cierre dramático a una serie de protestas que han sacudido a Banfield.
Mucho antes de que se llevará a cabo esta medida de fuerza, el club había visto afectado su ambiente social. El 31 de mayo, aparecieron graffitis agresivos dirigidos a la comisión directiva en el predio, coincidiendo con uno de los días más activos para la institución. Hace apenas una semana, también se produjeron acciones de protesta por parte de los empleados del club, impidiendo que los jóvenes jugadores de inferiores pudieran entrenar debido a que las utilerías permanecían cerradas.
Para intentar mantener la campaña, el domingo se realizaron algunos partidos oficiales de las categorías inferiores, con el objetivo de no perder puntos. Sin embargo, la situación se volvía cada vez más complicada, y ya el lunes, ante la perspectiva de un nuevo paro de futbolistas, la dirigencia se acercó al predio y ofreció al plantel una forma de pago de la que no se han conocido mayores detalles. Se esperaba cerrar la venta del lateral derecho Ramiro Di Luciano al CSKA Moscú, por un monto aproximado de 2.500.000 dólares. Sin embargo, esta operación se encontraba en riesgo, ya que el club ruso renovó contrato a su jugador brasileño, Khellven, quien juega en esa misma posición.
La falta de esos ingresos económicos representa una verdadera traba para las intenciones de la directiva del Banfield de “tapar agujeros”. Durante el último tiempo, la situación financiera del club se ha deteriorado, afectando el rendimiento deportivo. A solo siete meses desde que asumieron la dirección del club, la actual administración se enfrenta al difícil desafío de sanar la economía de un “Taladro” que cada vez parece más en riesgo de descenso.
Agregando más presión al ambiente ya tenso, se presentó recientemente al delantero Rodrigo Auzmendi, proveniente de Motagua en Honduras, quien fue recomendado por el director técnico Pedro Troglio debido a sus experiencias pasadas en el fútbol hondureño. Sin embargo, este movimiento causó un descontento entre los jugadores, quienes observan que, en medio de la falta de pago de sus sueldos, el club contrata a un nuevo jugador que, debido a una inhibición de FIFA, no podrá utilizar.
En este contexto, la situación en Banfield se vuelve aún más compleja, dado que no solo los futbolistas están sin cobrar: empleados de diversas áreas, docentes, y hasta proveedores se encuentran en la misma situación. La crisis se acentúa, y la propia institución ha reconocido esta problemática, revelando públicamente el estado de sus deudas en un detalle que se hizo público la semana anterior.
Con la presión aumentando, tanto dentro como fuera del terreno de juego, el futuro de Banfield sondeando en aguas inciertas. La afición, los empleados, y todos aquellos que forman parte del club deben esperar que la actual dirección sea capaz de encontrar una solución viable a esta crisis que no solo afecta las finanzas del club, sino también su rendimiento deportivo y la moral de los que lo integran.
El regreso a los entrenamientos es, sin duda, un primer paso hacia la normalización, pero el camino por delante sigue siendo largo y lleno de obstáculos. La afición espera que los dirigentes, junto con el plantel, puedan superar esta adversidad y que, en el futuro, no haya más motivos para la protesta. La esperanza se mantiene firme en que el Banfield pueda recuperar su estatus, no solo en el ámbito deportivo, sino también en su compromiso social con todos los que dependen de su éxito.
Source link